Lewis Carrol (1832-1898)
El ejemplo más grandioso de la literatura del “nonsense” es Alicia en el país de las maravillas,
de Lewis Carrol. Su verdadero nombre es Charles Ludwig Dodgson, fue un
hombre de docencia y de iglesia. Hombre de aficiones apasionadas: la
fotografía y la inmoderada producción de bromas lingüísticas y
acertijos. Alicia, su personaje, existe realmente. Alicia Liddel es la
hija de un colega de Dodgson.
Esta niña despierta a Dodgson,
activa su imaginación y fabula una historia en la que ella aparece como
protagonista, para entretener a Alicia y a otras dos niñas, durante una
excursión en barca por el Támesis. Y aún parece que se despertaron en
Dodgson ilusiones de matrimonio para cuando entrara Alicia en la
juventud. La afirmación es pura especulación, pero cuatro años después,
su amistad con la familia Liddell sufre un revés irreparable, quizás por
la manifestación de su última ilusión.
En Alicia en el país de las maravillas,
el “nonsense” aparece en la primera página del libro. No hay ningún
plan, ningún argumento. Sólo el principio, con una situación
inverosímil, una niña pequeña y curiosa que, siguiendo a una liebre
blanca, se mete por una madriguera y cae más y más hacia el interior de
la tierra, tanto que ni siquiera el autor sabe cómo detener la caída. Es
el comienzo de un poema “nonsense”.
Entonces viene el disparate
ideal que Carroll lleva a cabo con las dimensiones corporales de una
niñita. La convierte en una súper Gulliver y tan pronto se hace pequeña
como grande. Alicia se entrega por completo a este juego y a las
situaciones que surgen del mismo, siguiendo el impulso de todas sus
curiosidades.
El aniquilamiento de una relación normal de
tamaños, valores y acontecimientos ha hecho del libro una mina de
hallazgos para psicólogos, surrealistas y literatos. Puesto que
improvisa de principio al fin, es lógico que siga lo inconsciente.
Las
conversaciones aparecen escritas en el mismo tono en que el amigo de
las niñas solía hablar con ellas. La naturalidad en el lenguaje torna al
cuento en vivaz y en apropiado para la lectura en voz alta. El elemento
principal del libro es el lenguaje. Nos hallamos ante la experiencia de
un lenguaje autónomo, los personajes pueden conducir la conversación a
una cuarta e inexistente dimensión, merced a una lógica aplastante. He
aquí la lógica, las paradojas y los recursos de reducción al absurdo, de
los que es entusiasta el autor.
Carrol escribió este cuento
para una niña, que es al mismo tiempo la heroína del libro. Según sus
propias palabras, le acudían las ideas más absurdas en la tierra
fronteriza de los sueños. Sufría de insomnio y se inventó un dispositivo
para poder escribir en la cama, que denominaba nictógrafo. Alicia surge
de lo que él llamaba “the borderland of dreams”.
El país
imaginario en el que introduce a Alicia tiene cortadas las
comunicaciones con el estado de vigilia, ya que pertenece al reino
onírico. La caterva de seres zoomórficos y antropomórficos resulta mucho
más curiosa por su armoniosa pertenencia a una sociedad que avanza
sobre los rieles vitales de un orden caprichoso, dislocado e ilógico.
Algunos años después escribió Alice through the looking glass
(Alicia a través del espejo), que es aún más rico en disparates
extravagantes, aunque no tiene igual fuerza de penetración que el primer
tomo. Desde el punto de vista del “nonsense”, resulta más revelador.
Muestra cómo Alicia llena de curiosidad, abandona el mundo real de la
habitación en que vive para entrar en el mundo invertido del espejo.
Para llegar a la meta, la niña tiene siempre que caminar en sentido
opuesto y crea con este principio, una complicación análoga a la que se
daba con su estatura en el primer tomo. En este tomo, la reina es una
reina de ajedrez. Y Alicia desarrolla una partida de ajedrez en el mundo
del espejo.
La intensidad de los pensamientos de Carroll y de
sus sentimientos, unida a la certeza de la invención, le da su fuerza de
penetración. Nos enseña que la literatura infantil está sometida a
otras leyes que la literatura para adultos. Lewis Carroll escribió a lo
largo de su vida sátiras, poesías “La caza del snark” y toda clase de
obras matemáticas y teológicas.
El Doctor Hoffmann escribió
poesías y sátiras políticas antes de Struwwelpeter . Andersen creó
novelas, poesías y dramas antes de empezar con los cuentos.
Para terminar, he de hablar de la ilustración de este cuento Alicia en el país de las maravillas.
El manuscrito original, aparece ilustrado por el mismo autor, y tales
ilustraciones no se utilizaron para las ediciones subsiguientes.
Carroll
encomendó la ilustración a John Tenniel, quien aportó un nuevo elemento
al libro que lo enriquece. Tenniel buscó una niñita auténtica y
reforzó, no el tono caricaturesco y de “nonsense” del relato, sino lo
que había en él de conmovedor. La primera edición es hoy dificilísima de
encontrar. La definitiva y satisfactoria apareció en 1867. En 1897 el
libro pasó a ser del dominio público y se convirtió en el botín de
muchos ilustradores.
El único que ha conseguido hacer de Alice
algo original fue Arthur Rackman. El cuento ha sido traducido a trece
idiomas y el lenguaje de la cinematografía la ha hecho asimismo suyo por
la obra de Walt Disney.